RESEÑA DEL LIBRO “LA BELLEZA DE LO COTIDIANO”
Título: La belleza de lo cotidiano
Autor: Soetsu Yanagi
Traducción por Álvaro Marcos
Editorial GG, SL, Barcelona, 2020
Con la colaboración de The Japan Folk Crafts Museum
Al despertarme el día de mi cumpleaños tuve este libro como regalo, quien me lo regaló me conocía muy bien. Llegó en un momento de mi vida que no leo mucho y no sé si es por eso o porque lo he considerado un objeto cotidiano, he tardado en leerlo unos cuantos meses, ha permanecido en la estantería y ha sido como otros objetos un compañero constante en mi vida en los últimos meses. Quizá este proyecto de salvar deudas pendientes con los libros haya cambiado en mi y mi actitud ahora sea dejar fluir la necesidad o no de leer.
Creo que lo que voy a decir ahora lo debería contar al final, pero anticipo que con este libro he aprendido a valorar los objetos deteriorados o gastados como objetos que han tenido una vida y una historia“...en el pasado, los objetos cotidianos eran tratados con cuidado, con una actitud muy cercana al respeto…cuanto más se usa un objeto más aflora su belleza… originan una sensación de intimidad e incluso de afecto…”. Recuerdo que no entendía cuando mi abuela mantenía aquellos platos con muescas o aquella cuchara de palo tan desgastada que formaba parte de su identidad.
El libro está dividido en dieciséis capítulos, al principio hay una breve biografía sobre el autor Soetsu Yanagi, fue un crítico de arte y pensador japonés que se dedicó al estudio de la artesanía japonesa del pasado dándole un significado filosófico. Aunque nos habla en concreto de esta artesanía sus reflexiones nos sirven para valorar la de todas las culturas e incluso los objetos que compramos para nuestras casas en la actualidad. Empieza definiendo la artesanía popular japonesa, su necesidad, sus objetivos y me ha llamado la atención que valorar la funcionalidad de los objetos forma parte de su belleza “confinar la belleza a la apreciación visual y excluirlo de la practicidad de los objetos ha demostrado ser un gran error del hombre moderno”. En el segundo capítulo que yo diría que da título al libro, nos habla de los artesanos libres sin la vanidad del artista, de los objetos que tienen realmente alma y de las personas que los usan que son los que hacen la belleza de los objetos cotidianos: “la historia puede falsificar hechos, pero la belleza verdadera nunca puede ser falsa”. En los siguientes capítulos conocemos la cerámica de Karatsu, el tejido Bashofu de Okinawa, la belleza de la seda de Kasuri, las características del atuendo acolchado del Norte de Japón el Kogin:“El kogin es un producto único, imposible de replicar en ninguna otra parte, exclusivo de Tsugaru” y que sin embargo algunos modistos en la actualidad han intentado imitar y que yo sin saber su funcionalidad y su origen me he sentido atraída y estoy segura que es por “...la libertad necesaria para crear el kogin…” También dedica un capítulo a xilografía como un método de estampación que “...busca la libertad de expresión y aborrece las restricciones…” . Incluye las características de una pintura popular anónima el Otsu-e con un valor utilitario destinada a satisfacer las necesidades religiosas de la gente común que aunque se compra a bajos precios y como recuerdo de viajeros es muy importante en la vida de la gente. Y por último nos habla de mi querido Washi, ese papel típico japonés que reconozco y no conocía su nombre “En el campo del arte, la intuición es mucho más importante que el intelecto, pues está mucho más cerca de la esencia de la belleza”. Dedica unos capítulos a artistas japoneses: al escultor y monje budista Mokujiki del siglo XVIII que según nos cuenta “No es que yo escogiera estudiarlo, sino que. Más bien, fui yo el escogido para la tarea” sentimiento con el que yo también me siento muy identificada, es curioso que separándome más de un siglo de existencia y perteneciendo a una cultura muy lejos de la que yo he vivido me sienta tan cerca en su forma de pensar y disfrutar de la belleza.
Otro capítulo lo dedica al pintor y monje budista Sesshu del siglo XV nos lo presenta con una situación que yo también la he vivido en algunas situaciones “Cuando lo vi por primera vez, no vi el sello, ni pensé en él en ningún momento. Esta forma de contemplar una obra de arte puede tildarse de simplista, pero la pintura era superlativa en sí misma, y con eso me bastaba.”
Al final del libro nos hace pensar sobre la diferencia entre ver y conocer “Ver y conocer no son necesariamente la misma cosa, Cuando esa coincidencia se da, no existe nada más afortunado…” “...las personas que están interesadas primordialmente en las “circunstancias” de las obras de arte tienen pocas posibilidades de llegar a aprehender alguna vez su esencia…””...tu mente debe estar limpia de pensamientos impertinentes…”
En el momento en el que Soetsu Yanagi escribió el libro estaban sucediendo unos dramáticos acontecimientos políticos en Corea y siguiendo sus nobles sentimientos y creyendo que no podía quedarse callado frente a eso escribió una carta como un amigo con quien hablar, es realmente una carta universal y conmovedora, que aunque la escribe por el problema que esta sufriendo el pueblo coreano en ese momento serviría para hablar de los problemas que estamos viviendo también en la actualidad en el mundo “… me niego a creer que el mal triunfe sobre el bien…” ...creo también que el arte serena el espíritu humano y hace del mundo un lugar más bello…” “...muchos de nosotros estamos intentando de todo corazón defender y proteger el que debería ser el verdadero destino de la humanidad…”
Y el libro termina con el triunfo de un proyecto que se inició en 1926 construir un museo dedicado a la artesanía popular japonesa “Todos nos sentíamos poderosamente atraídos por la belleza y todos compartíamos una pareja sensibilidad estética… Percibíamos una belleza incomparable en una multitud de cosas que hasta entonces habían permanecido ignoradas…” El museo se construyó como El Museo de Artesanías Populares de Japón y su objetivo no era sólo exhibir objetos sino que el museo se considerarse como una obra de arte en sí misma que honre a los ciudadanos ordinarios de la nación.
Leyendo el libro no podía dejar de recordar esa bella canción de Joan Manuel Serrat que a tantos nos gusta Aquellas pequeñas cosas define el espíritu del libro. También recuerdo un pequeño libro que leí hace muchos años cuando era catequista en una parroquia católica “Los sacramentos de la vida” de Leonardo Boff aunque el libro no trata de arte ni artesanía si utiliza los objetos de la vida cotidiana y la naturaleza para hacernos comprender que tienen un valor mucho más que el objeto en si mismo, Leonardo Boff nos dice “los objetos domesticados comienzan a hablar y a contar la historia del juego con el hombre”.
A finales del año pasado visité una exposición en el Circulo de Bellas Artes de Madrid el título era “Hiperobjetos” no sabía muy bien de que trataba, pero hablaba de los objetos y de la tecnología, y pensé que podría tener relación con este libro que estaba leyendo, Hiperobjetos es un concepto un poco difícil de entender, según he leído son las cosas que se distribuyen masivamente en tiempo y espacio con los humanos, no los produce el ser humano, los acepta o no y tienen que ver por ejemplo con el cambio climático o la pandemia, tienen una presencia y un impacto en nuestra percepción del mundo. Cuando Soetsu Yanagi escribió este libro no existía la tecnología que tenemos hoy en día, seguramente no existía el concepto de hiperobjetos, pero yo me preguntó según su filosofía y el pensamiento tradicional pueden considerarse un riego para perder la belleza de lo cotidiano o se pueden incluir en nuestras vidas a través de un proceso de transformación donde cada uno de nosotros según nuestras culturas y experiencias vividas creemos nuestro propio mundo visual y también estén incluidas en la belleza de lo cotidiano.
En mi cuaderno de lecturas La belleza del objeto cotidiano lo destaco como un libro muy especial, no sólo es un libro a través del cual conocemos la artesanía japonesa sino también conocemos la forma de sentir de esta cultura, de cuidar de lo suyo y de sus actitudes ante la vida y el arte. Y a los que lo leemos nos enseña a valorar los objetos que nos rodean.