domingo, 27 de octubre de 2019

Reseña de “El guardián entre el centeno”



 




Título: El guardián entre el centeno
Autor: Jerome David Salinger
Alianza Editorial, Madrid (2018)
N.º de páginas: 279







El guardián entre el centeno es uno de esos libros que una profesora debería tener y por supuesto haber leído. Yo habiendo sido profesora confieso que ni lo tenía ni lo había leído. Cuando comencé a trabajar los alumnos que tenía eran adolescentes y recuerdo que elegir libros para introducirles en el mundo de la literatura era muy difícil. Yo siendo también joven elegía más bien libros de actualidad e incluso revistas sobre la música que ellos escuchaban como el heavy metal con tal que vinieran al instituto y no se escaparan como le sucedió al protagonista de la novela, Holden Caulfield. No recuerdo cuando conocí la importancia de este libro para las clases de literatura en los institutos, pero si recuerdo que cuando lo conocí lo rechacé de entrada sólo porque era un libro publicado hace mucho tiempo en 1951 y pensé que estaría lejos de los problemas de la actualidad de mis alumnos. Estaba equivocada, es universal. En boca del mismo protagonista: “Los que de verdad me vuelven loco son esos libros que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera amigo tuyo y pudieras llamarle por teléfono cuando quieras”.
Según me he informado el autor del libro tampoco fue un buen estudiante y empezó a trabajar en el negocio de alimentación, fue soldado en la segunda guerra mundial y afectado por ello y por perder a su novia tuvo que recibir tratamiento. Tuvo dos hijas y varias parejas. Murió mayor, a los 91 años, pero sin embargo dejó de escribir muy joven, quiso aislarse del mundo y de los contactos sociales y se convirtió al hinduismo. Creo que es su única obra publicada, aunque tiene otras inéditas. La publicación de esta novela tuvo muchos problemas por el lenguaje provocador y por retratar de una manera abierta la rebeldía adolescente. Hay toda una leyenda negra alrededor del libro, como que ha sido el referente de algunos asesinos y rebeldes. Pero después de haberlo leído me viene a la memoria una conversación con una amiga acerca de que las lecturas que hacemos cada uno de los libros no son las mismas siendo los mismos libros para todos.
La novela narra la experiencia de Holden Caulfield unos días antes de Navidad. Tiene dieciséis años y acaba de ser expulsado de la escuela de Pency por tener malos resultados en sus estudios.” No me gustaba nada de lo que pasaba en Pency. No puedo explicarlo. Vamos contéstame- le dijo”. Así que no espera a las vacaciones para marcharse, coge el dinero que le queda, la maleta y se va sin decir nada a sus padres. En las primeras cien páginas, Holden ya es como de la familia para el lector, le conoces a él, conoces a su familia, a sus amigos, a sus no tan amigos e incluso a sus profesores. Todo en un lenguaje llano y coloquial como lo utilizaría un adolescente, pero sin rayar en la vulgaridad o lo grotesco. Cuando se escapa se siente sólo, siente la necesidad de hablar con alguien, va a salas de baile, consigue salir con Sally, una amiga, van al teatro, a patinar, llama a Jane, la que siente realmente como novia “con Jane ni siquiera tenías que preocuparte de si te sudaba la mano o no. Sólo te dabas cuenta de que eras feliz. Eras feliz de verdad”. Reflexiones como esta y como las que hace sobre su familia hace que te parezca imposible que la historia de este muchacho sea un referente para ningún asesino. Se acuerda de su hermano muerto de leucemia, al que dedica en su clase una preciosa redacción sobre un guante de beisbol y añora a su hermana Phoebe, una niña pelirroja de diez años cuando visita el museo que ella también había visitado con el colegio “Pensé en que vería las mismas cosas que había visto yo y en que ella también sería diferente cada vez que las viera”. “Ciertas cosas deberían seguir siendo como son. Deberías poder meterlas en una de esas vitrinas de cristal y dejarlas en paz. Sé que es imposible, pero de todos modos es una pena.” Y a través de los detalles nos la podemos imaginar con su inocencia y su bondad en el día a día “sobre el asiento había puesto la blusa y las demás cosas. Los zapatos y los calcetines estaban en el suelo, justo debajo de la silla, uno al lado del otro”. Salinger escribe con sencillez, frescura y naturalidad y lo normal se convierte en extraordinario. “Luego, sólo porque sí, le di un cachete en el trasero”. Conocemos el ambiente de la América de entonces, su música, su cine, sus libros y también de la sociedad. Critica la falsedad y la hipocresía. “El padre llevaba uno de esos sombreros gris perla que llevan mucho los tíos pobres cuando quieren parecer elegantes”.  Costumbrista y sensible, retrata muy bien el carácter y las inquietudes de los niños “Eso es lo bonito que tienen los tiovivos, que siempre tocan las mismas canciones”
 Nuestro personaje nos habla directamente, está narrado en primera persona y nos cuenta toda su historia como en una interlocución con los lectores. Una de las partes más formativas para los adolescentes que lo lean está en el capítulo veinticuatro donde el profesor Antolini hace una preciosa reflexión sobre la búsqueda del ser humano, decidir quién ser, estudiar, formarse para dirigirse a nuestras metas, preciosos consejos acerca del valor del estudio “averiguar la talla de tu inteligencia” Aunque nuestro querido Holden responde como es de esperar en un adolescente “Cuantas más vueltas le daba más me deprimía y me confundía. Me pasé allí sentado, creo que una hora. Al final decidí marcharme”.
Campo de cebada con segador al mediodía (1889) a la izquierda, Figura de escolar (1890) a la derecha, Van Gogh
Pero sí, nuestro personaje es rebelde hace lo que otros no harían como escaparse de su escuela, no decir nada a sus padres, ver a su hermana a escondidas, pedir alcohol siendo un menor, no aceptar prostitutas del ascensorista, escaparse de la casa del profesor porque le acaricia la cabeza mientras duerme o llamar a su amiga Jane en mitad de la noche. Pero quien no se ha sentido tentado a llamar a alguien en mitad de la noche para aclarar esos conflictos que te quitan el sueño o parar a tu vecino para preguntarle porque ya no te saluda. Pero no lo hacemos quizá porque no queremos ser guardianes entre el centeno, preferimos ser abogados, médicos o funcionarios, que unos se tiren al centeno y se caigan por el precipicio no es cosa nuestra, somos personas adultas y no unos adolescentes inconscientes. Y aquí está la clave del título. Holden vuelve a casa para despedirse de su hermana Phoebe, y en la conversación con ella le pregunta que le gustaría ser y él contesta con un precioso párrafo que le gustaría ser el guardián entre el centeno de la canción que cantaban juntos basada en el poema de Robert Burns. Mas adelante casi al final del libro hay una bella escena en la que Holden se convierte en guardián de su hermana montada en el tío vivo, pero entonces sus pensamientos son otros ¿o quizá no? “Lo que tienen los niños es que si quieren alcanzar la anilla dorada hay que dejar que lo hagan y no decir nada. Si se caen, qué se caigan, pero no es bueno decirles nada” y con una extraordinaria maestría Salinger nos mete en la escena y en su significado con una canción Smoke Gets in Your Eyes.
En la fotografía que he elegido para presentar el libro he dudado entre varias láminas de pintores que den significado al título, mi duda estaba entre la del Campo de cebada con segador al mediodía junto con La figura de un escolar de Van Gogh o La niña con regadera de Renoir, creo que si le preguntara a Holden elegiría a Phoebe. Aconsejo leerlo claro que sí, aunque no seáis adolescentes ni tampoco profesores solo porque Holden nos invita a hacerlo “Dios mío, ojala hubieran podido estar allí”.