TÍTULO:
Por si las voces vuelven
AUTOR:
Ángel Martín
LUGAR
DE PUBLICACIÓN: Barcelona
FECHA:
noviembre de 2021
Número
de páginas: 256
Enciendo
la radio y escucho la frase “mi gramo de locura”, me alegró
saber que tener un gramo de locura no es tan malo, creía que era la
frase de alguien que terminaba en ese momento de hablar, pero era un
programa de radio que estaba terminando dedicado al testimonio de
distintas personas que hablan de sus problemas mentales o actividades
relacionadas con este tema. Este pasado mes de diciembre de repente
también en la radio escuché la frase “por si las voces vuelven”
y resultó ser el título de un libro, este libro que acabo de leer y
que me regalaron por Navidad. Yo al igual que Ángel Martín nos
cuenta en su libro, tenía callado mi problema, mi ingreso y la
situación que cambió mi vida y por la que tuve que empezar de
nuevo. Consideraba que con el estigma social que hay con las personas
que han padecido alguna enfermedad mental, lo mejor era no decir nada
a quien no sabía y disfrazar la realidad que yo había vivido para
que las personas que me rodeaban me ayudaran a empezar de nuevo
simplemente considerándome la misma de siempre y la verdad es que
esta actitud me ayudó y mucho. Coincidiendo una vez más con el
testimonio de Ángel Martín sólo cuando lo superas puedes hablar de
ello e incluso leer un libro como éste donde te vas a ver más que
retratada porque sólo el título lo dice todo, por esa razón esta
reseña a la vez que voy contando de qué trata el libro y mis
impresiones me voy a permitir porque así el autor nos propone que
cuando hablemos de su libro también hablemos de nuestras
experiencias.
Si
tuviera que resumir brevemente el libro diría que es un monólogo
escrito con toque de humor de alguien que vivió un brote psicótico.
No podemos esperar encontrarnos con lo que normalmente entendemos por
literatura porque su estilo es directo y utiliza un lenguaje muy
coloquial incluso con emoticonos. Pero sin embargo, es un testimonio
tan sincero y lo trasmite de una manera tan abierta que incluso
podríamos hablar de una nueva forma de expresión literaria heredada
del lenguaje que utilizamos en las redes sociales. A la vez su
lectura puede ser terapéutica porque para las personas que lo leemos
ofrece formas de afrontar los problemas mentales o de otro tipo, ese
es su objetivo y en mi caso lo ha cumplido. El autor consciente de
que no todos los lectores somos iguales, ni las razones que nos han
llevado a leerlo son las mismas, nos hace sugerencias para no
sentirte acomplejado si no quieres seguir leyéndolo o te sientes
crítico ante lo que cuenta como me pasó a mi al principio que consideraba que hablaba
de una manera muy frívola de una situación tan complicada.
En el libro no sólo nos cuenta su historia personal y su evolución sino
que también de manera trasversal nos plantea diversos temas como: la
empatía, la telepatía, la sensibilidad, la creatividad, las redes
sociales, el lenguaje y la psiquiatría. Cómo vivió su enfermedad
mental está contado en dieciséis capítulos que siguen un orden
cronológico desde el inicio de su enfermedad, cómo fue su ingreso
hospitalario y la recuperación.
De todos los temas tratados hay un
tema que creo que es muy importante en la actualidad y que yo también
he vivido y es cómo las tecnologías en general pueden afectar a
nuestra vida real y crear realidades paralelas en las que vivimos con
muchos problemas. Coincidiendo con la lectura del libro y preocupada
por este tema acudí a escuchar una conferencia sobre el Metaverso,
allí especialistas en el tema nos hablaron de un futuro en el que quizá terminaremos acostumbrándonos a vivir en dos realidades, la analógica
y la virtual, también se habló de la posible huella digital que
dejará en nuestros cerebros y yo me pregunto si estos problemas que
ahora catalogamos como enfermedad mental de crear distintas
realidades no será ya un preámbulo de todo lo que nos espera y que
nos afecta especialmente a un tipo de personas u otras según
nuestros rasgos de personalidad. Para entender esto os cuento dos
ejemplos uno me pasó de muy pequeña, la televisión acaba de llegar
a nuestras casas y estando en casa de una amiga su abuelita estaba
viendo una película de indios y vaqueros, pasamos por delante de la
tele y ella asustada empezó a gritar “quitaros, quitaros que os
pillan” cualquiera de no saber que esa anciana era la primera vez
que veía la tele hubiera pensado que tendría demencia, pero no era
así y ella encontró una respuesta adaptada según sus experiencias
a una situación que nunca había vivido, sentía como real aquella
escena de caballos galopando hacia nosotras. La otra situación me
afectó a mi directamente, fue hace unos años con el ordenador
personal recién llegado a casa, lo utilizaba cuando en mi entorno no
era muy habitual, vamos que fui pionera en muchos de sus usos y
observé que aparecían anuncios de lo que yo hablaba en casa, de lo
que yo buscaba en el ordenador; que Google (ahora lo sé) decidió
cambiar mi pantalla de inicio con noticias seleccionadas de lo que yo
estaba interesada; que creó en sus actualizaciones (ahora también
lo entiendo) un bloc de notas que yo no pedí creyendo que todo lo
que allí escribía alguien lo leía, vaya que llegué a pensar que
alguien estaba hackeando mi ordenador y mi vida; que estaba siendo
vigilada y que alguien que me debía querer mucho que yo lo
personifique en alguien cercano a mi me estaba ayudando a través del
ordenador y también de mi móvil, aquel Motorola moderno donde como
novedad podías recibir noticias y alguien se comunicaba conmigo
encriptando historias como también Angel Martín creyó en sus ámbitos, donde los
mensajes de texto se escribían ya con un texto predictivo que todos
conocemos ahora, pero que entonces era tan nuevo que yo llegué también a pensar que era una
forma de comunicarme con aquella persona que tanto me debía querer y
que nunca he llegado a conocer. Yo además estaba pasando por un
momento muy difícil de mi vida y no tenía amigos de confianza con
quien hablar de algo que me confundía tanto. No muy tarde conocimos
como funcionan las cookies y apareció la autorización a usarlas o
no, al principio el derecho a la privacidad no existía. Ahora
conocemos que es la Inteligencia Artificial la que nos ayuda a
escribir nuestros mensajes y con la que nos peleamos tanto, que
podemos autorizar o no el uso de algunos de nuestros datos y también
conocemos que las web cam pueden ser utilizadas aunque tu no lo sepas
y que todo lo que hablas en voz alta es capturado por los algoritmos
de Google para enviarte lo que tu deseas o no. Hay quien dice que los
ordenadores y redes sociales vuelven loca a la gente y en mi caso de
alguna manera lo fue, me pasó como a la ancianita que creía que los
indios montados a caballo se estaban metiendo en el salón de su
casa. Recordemos que antiguamente también lo decían de los libros
que leer mucho era muy peligroso sobre todo para las mujeres; cuando
aparecieron los coches se decía que quién se subía en ellos era un
endemoniado y con las fotografías que robaba
el alma de las personas “creo que hemos olvidado lo frágiles que
somos” nos dice Ángel Martín. Y yo creo que mi problema mental mal
diagnosticado tuvo que ver mucho con todo aquello y me atrevería a
decir que en el caso de Ángel Martín también influyó. La sociedad necesita formarse en todos estos temas, ahora incluso disfruto de la información que recibo porque yo la elijo y de los nuevos amigos con los que comparto muchas cosas.
Avanzando
en el libro el autor nos relata que recibió terapia, medicación y
se recuperó, pero creo que es importante contar que en mi caso y el
de otras personas que conozco no fue así. La salud mental en nuestro
sistema deja mucho que desear, el tratamiento se limita a la
medicación y si es necesario un ingreso hospitalario puede causarte
más problemas que no tenías y minar tu autoestima hasta desaparecer
tu identidad y en mi caso hasta perder mi trabajo. En el hospital leer una revista, montar en bicicleta
estática, colorear un mándala o escuchar la radio se convirtieron en mi salvavidas y a la vez en un reto
porque no encuentras apoyo ni en médicos, enfermeros o cuidadores tienes que responder al perfil diseñado para tu enfermedad. Tener el apoyo de familiares,
amigos o compañeros hubiera sido también algo muy importante en mi
recuperación como le sucedió a Ángel Martín, pero en mi caso todos
desaparecieron, salvo mis hijos.
Otro
de los temas que también nos señala el autor esta relacionado con la sensibilidad, lo que unos percibimos no
es lo mismo que otros, que lo que unos ni lo ven, ni lo oyen, ni lo
sienten, otros sí. En la exposición del Espacio Fundación
Telefónica, Cerebro(s) hay destacada una frase que dijo Leonardo da
Vinci: “Todo nuestro conocimiento tiene su origen en nuestras
percepciones” y claro nuestras percepciones no son iguales en todos
como nos dice Ángel Martín en el libro ”cuando te vuelves loco tus
sentidos se agudizan a niveles increíbles” “los niveles de
endorfina, dopamina y oxitocina se habían disparado” “mientras
estuviste loco, tu cabeza amplificó detalles insignificantes que
para ti habían pasado inadvertidos todo el tiempo...”
También
nos habla de la empatía en varias ocasiones pero yo la quiero resaltar cuando el cree estar loco porque creía hablar con su perro por telepatía y hay que recordar que los perros tienen empatía como los humanos y son capaces de percibir emociones de sus dueños y leer sus gestos y movimientos para este tema aconsejo leer un libro que también he
reseñado en este blog “La era de la empatía” de Frans de Waal. Incluye las conversaciones telepáticas con su novia
de las que hay mucha literatura y que quizá en un futuro se
expliquen científicamente y no sean producto de una mente enferma
sino diferente.
Por
último, otro tema muy importante son las mentes creativas ya que en
el mundo de los artistas o porque se conocen más o porque se
dan más, hay muchos casos de enfermedades mentales. Algunos artistas consiguen llegar a momentos realmente creativos con
drogas, como él, pero no necesariamente es la causa de
desarrollar una enfermedad mental. La creatividad podría hasta
explicar las conversaciones encriptadas que Angel Martín mantuvo en sus redes sociales creando otra realidad paralela. Creo que como
humorista y actor como el mismo nos dice reconoce “el valor de las palabras
y el poder de las preguntas”.
Lo
que en mi opinión da un valor extraordinario al libro es su desenlace ya que encontramos
como propuesta de superación (aunque no lo quiero desvelar del todo)
”volverme loco es de lo mejor que me ha pasado en la vida” y para
recuperarse rescata las cosas que le ayudaban a sentirse en paz
porque las disfrutaba de verdad, hasta se pregunta “¿Y si en
realidad no estuve loco?”
Aconsejo
su lectura porque nos va ayudar a todas las personas afectadas de alguna enfermedad mental y también a los no afectados porque conociendo podemos luchar contra el estigma de las enfermedades mentales. Se dice que la pandemia y el estar confinados ha traído muchos problemas mentales y ahora se empieza hablar con cierta naturalidad. Espero que mi
reseña también abra otras puertas en las investigaciones que no
sólo tengan que ver con la química de nuestro cerebro.