Título: “30
maneras de quitarse el sombrero”
Autora: Elvira Lindo
Editorial Seix
Barral Biblioteca breve, Barcelona 2018
N.º de páginas:
285
Elvira Lindo es una
escritora que conozco desde hace años cuando escribía en el semanal
del periódico El País, sus artículos eran de los pocos que leía,
los temas que trataba, sus puntos de vista y la naturalidad con la
que escribía me ha llevado a seguirle la pista y seguir su
trayectoria literaria. Cuando salió a la luz el lanzamiento de su
nuevo libro 30 maneras de quitarse el sombrero me sentí muy
atraída por su lectura, no solo porque me gusta Elvira como
escritora sino por el contenido del libro, biografías sobre las
mujeres que le habían influido en su vida. Posiblemente por ser
mujer, pertenecer a su misma generación y haber vivido las mismas
circunstancias sociales y culturales me siento muy identificada con
lo que Elvira Lindo escribe. Empecemos por el principio con respecto
al libro que aquí reseño, la portada, es muy descriptiva, muy
sugerente, seguramente los diseñadores de la editorial hayan querido
elegir una imagen que trasmita el mensaje de fondo que hay en el
libro, las mujeres “inconvenientes” que por lo que piensan o lo
que hacen, por ser auténticas y diferentes, la sociedad no les
permite su paso. ¿Y qué imagen elegir? ¿Una mujer desgarbada,
desaliñada, abandonada, triste y pasiva que quiere parecer atrevida?
¿Por qué perpetuar estos clichés? La imagen provoca, confunde y
sobre todo vende pero en mi opinión la imagen elegida con rojo
pasión que se ofrece en la portada está más cerca de las imágenes
de la época del destape en España con un toque moderno que de las
mujeres luchadoras que se retratan en el libro. Como artista y
psicóloga soy consciente de la importancia que tiene la imagen para
trasmitir mensajes y estoy segura que los diseñadores también pero
resulta contradictorio que prefieran vender a ser fieles a los
ideales a las mujeres “convenientes”.
Pasando a su lectura
Elena Poniatowska, premio Cervantes 2013, escribe un precioso prólogo
que nos habla de la generosidad de Elvira al escribir sobre otras
escritoras, músicas, poetas,…, de su autenticidad al escribir
sobre ellas y de lo que podemos aprender con su lectura. Luego
iniciamos los treinta relatos que conmueven. Yo los he leído muy
despacio, prácticamente uno por día, si se quiere profundizar en
su lectura aconsejo que así se haga para no mezclar sus historias y
poder reflexionar sobre ellas buscando sobre los acontecimientos,
películas, obras de teatro o libros a los que se hacen referencia,
pero el que quiera una lectura entretenida puede leerse en un par de
días por la viveza de sus historias. Hace un recorrido histórico de
personajes desde los que han influido en su infancia hasta su
madurez. Me conmovió el capítulo que habla de “Tristana” la
obra de Benito Perez Galdós que la leyó en tres ocasiones a lo
largo de su vida y en cada una de ellas tuvo una lectura distinta y
me acordé lo que decía Jane Austen: “¡Los libros! Estoy
segura de que nunca leemos los mismos, o por lo menos con idénticos
sentimientos.”. En
este libro nos sorprende la nostalgia y la tristeza que emanan de
muchas de las vidas que describe, de las ilusiones incumplidas, del
fracaso, la soledad y hasta el desamparo y
en estos momentos el toque de humor que caracteriza a Elvira se
convierte en ocasiones en ironía
“Hay muchas maneras de hacer que una mujer se
calle. Una es la directa:”callate”. Esta la muy habitual de no
cederle la palabra. O cedérsela pero no escucharla. La más ruin de
todas: ridiculizarla hasta conseguir que se amedrente”. También
nos contagia de esos momentos felices que se viven en la vida y “que
duran lo que un helado”, en un
viaje a Boston visitó
la casa de Louisa May Alcott escritora
de Mujercitas uno de
sus personajes Jo March fue modelo para ella y junto al
escritorio “sentí
felicidad, sólida como la presencia de esa mujer del siglo XIX, que
estaba ahí, en su mesa, escribiendo ese libro para mí. Os lo juro
que la vi”. En
cada mujer que retrata refleja algo de ella misma y de las mujeres en
general, tiene la cualidad de describir momentos en los que nos hemos
podido sentir identificadas, Alice
Munro, una
cuentista canadiense y premio Nobel de Literatura
en 2013 comienza
a escribir desde pequeña y “su
madre retiraba el cuaderno a un lado, como si quisiera dar a entender
que estaba haciendo algo tan prosaico como la lista de la compra”
a veces es peor la falta de consideración que el propio
enfrentamiento, así que como Alice Munro algunas
mujeres con vocación artística nos
hemos visto obligadas a sentir desde pequeñas “Una
vida doble, aquella que se desarrollaba a la vista de todos, como
esposa y madre, y esa otra tan oculta como firme y poderosa, la que
le proporcionaba un mundo interior que le permitió crearse una
existencia paralela desde los doce años”.
La
riqueza del libro está además en que también hace un recorrido por
mujeres de distintos ambientes y condiciones, mujeres que sufrieron
el Holocausto o del continente africano. Conforme
vas leyendo los relatos vas conociendo más a Elvira Lindo: la niña,
la adolescente, la joven y la mujer, pero cuando llegas
ya al final, en
el
relato veintiocho,
conoces también a la escritora, no
habla de ella, habla de Truman Capote pero como si en un espejo se
mirara habla
de lo que es importante en un escritor, su sensibilidad y su sentido
crítico“la
habilidad mágica con la que utilizaba el lenguaje no ha perdido
lustre, y aquello que pervive, lo que ha superado el paso del tiempo,
no es esa malicia compulsiva que
marco su personalidad
si no un alma literaria que se muestra sensible hacia
los humildes y sarcástica hacia quien lo tiene todo”. También
es
curioso que para
hacer un resumen de los enfoques de su libro lo haga desde el retrato
biográfico de
un hombre, el único que
aparece en el libro, no
sé si es una casualidad o tiene alguna segunda lectura
“Me gusta
contemplar a las personas que me han influido o marcado en la primera
fase de sus vidas… Y siempre observo en todos ellos algo común: un
talento para soportar la adversidad y una voluntad innata de observar
el mundo y explicárselo
a si mismos”. La
obra termina con una autobiografía que
en
mi opinión no
era necesaria,
y me permito decir que
por el tono en el que escribe creo que para Elvira
también está de más, nos
describe con naturalidad su infancia pero
fundamentalmente
es
una crítica a las críticas recibidas
a algunas de sus obras, la verdad es que no le falta razón, nos estamos volviendo demasiado asépticos con los niños y las dificultades en las publicaciones de Manolito Gafotas podrían parecer increíbles pero como maestra puedo confirmar que en las escuelas también sucede. Puede ser una opción publicar en su libro lo
que ha sucedido con parte de su obra pero rompe la linea literaria
del resto del libro.
Considero
que es un
libro
que ofrece un gran
enriquecimiento
literario y
humano no solo por todo lo que he dicho si
no también por todos los libros que se nombran y que pueden dan
lugar a nuevas lecturas.
Una reseña honda, con unas citas que elaboran un hipertexto muy interesante, entre la opinión de la reñista y el libro que ha leído. He pasado muy buen rato leyándola. Muchas gracias.
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