Autor:
Antonio Muñoz Molina
Editorial
Planeta 1991
N.º
de páginas: 657
Una obra magistral, digna de un premio literario como el que recibió. Algunos dicen que es una obra generacional, que habla de una generación nacida entre los cincuenta y los sesenta y de todo lo que a esta generación le rodeó, unos abuelos que vivieron de jóvenes la guerra civil española, unos padres que sufrieron la posguerra y vivieron durante la dictadura del general Franco, y ellos en si mismos que vivieron en su juventud la transición política española y el desarrollo de una nueva sociedad. Yo que pertenezco a esta generación me he sentido muy cómoda en algunos momentos y muy incómoda en otros porque es como si estuviera hablando de mi misma, de mi pasado y el de mi familia y de mis devenires, todo ello respirando un halo de nostalgia y melancolía.
Lo
importante en la novela no es lo que sucede sino lo que los
personajes piensan o sienten. Es un libro de recuerdos y emociones,
también de evocaciones y de futuro. Va y viene en el tiempo, cambian
los escenarios, los personajes e incluso se alternan las edades de
los personajes. Al principio estos cambios crean un poco de confusión
pero poco a poco te vas sintiendo a gusto en su estilo ya que el
autor maneja estos vaivenes del tiempo con absoluta destreza: “Íbamos
a llegar tarde al mundo, pero no lo sabíamos, nos preparábamos
avariciosamente para asistir a una fiesta que ya había terminado...”
El
jinete polaco que da título al libro nos acompaña durante toda la
novela, es un hilo conductor en las historias contadas, se trata del
personaje de un grabado de una obra de Rembrant, “...miraba el
grabado de aquel jinete que cabalgaba de noche junto a una montaña
en cuya cima había una torre...” A través de las
descripciones de este grabado el autor va introduciendo al lector en
las emociones de los personajes, soledad, lucha, amor, muerte… y a
su vez en cada descripción, que las hay a lo largo de todo el libro,
nos desvela un nuevo detalle del grabado.
Otro
de los hilos conductores del argumento es el personaje de Ramiro
retratista, es un fotógrafo que aparece en casi todos los
escenarios, a través de él y de sus fotos conocemos a los
personajes, sus historias y sus entresijos.
Los
protagonistas de la historia son Manuel y Nadia, los dos nacidos en
Mágina, un pequeño pueblo lleno de personajes con misterios y
secretos, como la vida misma. Entre los personajes están el
bisabuelo Pedro Expósito, los abuelos Manuel y Leonor, los padres de
Manuel, el padre de Nadia, el comandante Galaz, el médico Don
Mercurio, el inspector Florencio Pérez, el cochero Julián, el
guardia Murciano, el forense Galindo, el tío Rafael, el teniente
Chamorro, el tío Pepe, los amigos, Marina y Donald y algunos más.
Los escenarios donde se desarrolla la historia son además del pueblo
Mágina, Madrid, Nueva York y Chicago. Manuel le habla a Nadia de su
vida y le cuenta lo que le han contado sus abuelos y sus padres, a
través de estas conversaciones, el reconoce y descubre su propia
identidad.
Todo
esto en un lenguaje natural y fluido de frases largas y párrafos
interminables donde uno puede introducirse en las vidas de los
personajes, sus emociones y sus pensamientos y no sentir otra cosa
que las ganas de reconocerse a uno mismo como lo hace el
protagonista, “Ya no soy quien fui, y por eso puedo
hablar en tercera persona, pero aun siendo otro he cambiado mucho
menos...”.
Alterna
el uso de la primera y tercera persona según estén hablando el
protagonista de si mismo o de otros. Me gusta su riqueza expresiva y
el uso adecuado de los sustantivos, a veces cuesta enfrentarse al
tinte triste y melancólico de sus párrafos.
Aconsejo
su lectura incluso a los lectores que no pertenezcan a la generación
del protagonista, es un gran libro con el que puedes sentirte artista
creando un nuevo personaje, tu mismo.
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