Título:
Cien años de soledad
Autor: Gabriel García Márquez
Editorial: Alfaguara
Edición conmemorativa
Real Academia Española
Asociación de academias de la lengua española
Nº de páginas: 471
Con motivo del día del libro un medio periodístico publicó los
gustos literarios de personas conocidas, decidí leerlos y cayó en
mis manos una lista de diez libros que al leerlos no te dejan
indiferente. Cien años de soledad era uno de los libros que
estaban en la lista. Había oído de la gran calidad literaria del
libro pero todavía no me había decidido a leerlo. La tentación de
hacerlo fue mayor al tener en casa una edición conmemorativa
publicada por la Real Academia Española y me decidí saldar esta
deuda pendiente.
Casi todos sus personajes sienten la soledad de una manera u otra,
una soledad buscada, una soledad contagiada y una soledad heredada.«
Llevaron niños de todas las edades, de todos los colores, pero todos
varones y todos con un aire de soledad que no permitía poner en duda
el parentesco». El libro tiene una calidad que hasta uno mismo puede
sentir la soledad tal y como la sienten cada uno de sus personajes.
La narración es perfecta, las acciones van cobrando sentido conforme
se desarrolla el argumento. Cada palabra está en su sitio, es como
si las cosas no pudieran ser de otra manera, todo parece estar medido
y a su vez es un derroche de imaginación. Gabriel García Márquez
te mantiene a la expectativa esperando ver con que te sorprende.
Trata de la historia de una sociedad que se mezcla con la de una
estirpe familiar, los destinos de ambas se condicionan y se definen.
La ciudad imaginaria donde se desarrolla se llama Macondo y la
familia Buendía. Los nombres de la familia se repiten y viene bien
tener al lado un árbol genealógico para seguirlo, aunque está tan
bien narrado que cuando te surge alguna duda siempre hay en la misma
frase o en la frase siguiente algún detalle que te recuerda de quien
se trata. A veces la relación familiar desaparece o aparece en un
segundo plano para resaltar el personaje. Aurelianos, José Arcadios,
Amarantas, Remedios, Úrsula, Pilar Ternera, Petra Cotes, Santa Sofía
de la Piedad son sus personajes principales y luego hay un despliegue
de bellos personajes secundarios.
Utiliza un lenguaje cercano a la cultura latinoamericana también
adaptado a la sociedad que describe. Narra situaciones irreales pero
verosímiles, como el hilo de sangre que hace un recorrido cuando
matan a José Arcadio, o la lluvia de flores amarillas cuando muere
otro de los personajes.
En ocasiones es tremendista y da soluciones exagerando los aspectos
más crudos de la vida.
Hace una perfecta descripción de las emociones de los personajes a
través de los objetos y las estancias que les rodean, recuerdo la
parte en que describe el luto de Rebeca por su marido y como afrenta
la vida a partir de su muerte:«Cerrada de negro hasta los puños,
con el corazón convertido en cenizas, apenas si tenía noticias de
la guerra» , son unos párrafos preciosos. En otras ocasiones dice
sin decir, por ejemplo en el capítulo donde narra la muerte de
Aureliano va contando las circunstancias que rodean al hecho y el
lector saca sus propias conclusiones «… metió la cabeza entre los
hombros, como un pollito, y se quedó inmóvil con la frente apoyada
en el tronco del castaño. La familia no se enteró hasta el día
siguiente...»
Poco puedo añadir a todo lo que se ha escrito de este libro que se
ha comparado por su calidad y significado con El Quijote. He
tratado de dar mi visión personal y espero que os haya gustado.
Carlos del Amor, el periodista que lo recomendó, tenía razón al
elegir este libro como una novela que te cambia por dentro no sólo
produce un cambio en tu visión ante la vida sino también de tu visión ante la
literatura manteniendo a su vez una relación de familiaridad con sus
personajes. Me siento distinta después de leerlo y me
siento satisfecha por pertenecer al grupo de lectores que tienen esta
obra de arte en su lista de lecturas.